El roscón de Reyes es otro de nuestros dulces más característicos que indica el final de la Navidad. Tras los excesos de las fiestas navideñas es difícil resistirse a este manjar que ya no solo se consume el 6 de enero. Aquellos roscones que tienen relleno de nata o trufa suelen ser los preferidos por resultar menos secos.
Origen
Puede parecer que el inicio de este postre se encuentre en la Navidad o los Reyes Magos, pero la tradición comenzó en la época romana. Existía una “Fiesta del esclavo” en la que se comía el roscón cuando se terminaba el trabajo en el campo a mediados de diciembre. Posteriormente la práctica continúo sobre todo en Francia celebrando cada 6 de enero la “Fiesta del Haba” en la que se elaboraba un bollo redondo con una legumbre en su interior. Se coronaba rey durante ese día a quien le tocaba.
Moneda
En la época de Luis XV se cambió la historia del haba del roscón que era símbolo de buena suerte y fertilidad. Un cocinero de la corte francesa decidió introducir una moneda de oro como sorpresa más valiosa. Así quien encontraba este regalo era el nuevo rey y quien se hacía con la legumbre tenía que pagar el roscón. De ahí también nació la expresión “tonto del haba” que más tarde quedó en “tontolaba”.
Procedencia
El roscón de Reyes llegó a España por los Pirineos desde Francia. Se dice que fue el rey Felipe V, tío de Luis XV, quien trajo este dulce para seguir con las modas de la realeza francesa. En un principio se siguió con la costumbre de esconder una moneda, pero terminó convirtiéndose en una pequeña figura.
A la hora de elegir un roscón de Reyes como siempre lo más importante es que sea artesano. Sin o con relleno ya es cuestión de gustos. Sin duda, acompañado de un café o chocolate caliente es una combinación perfecta para combatir el frío del invierno.
Fuente: HERALDO