El broche final a los dulces de la Navidad es sin duda el roscón de Reyes. Se dice que su origen está en la Antigua Roma en donde se hacían unas tortas redondas y dulces al terminar la cosecha en honor a Saturno, dios de la agricultura. Eso sí, el haba no se escondía en el propio roscón como ahora, sino que se ponía en algún lugar de la vivienda. El esclavo que la encontraba se ganaba la libertad durante un tiempo.
Relleno
Actualmente existe gran variedad de rellenos para el roscón, aunque uno de los más demandados es el que lleva nata. Fue a mediados del siglo pasado cuando se comenzó a poner el relleno a los roscones, aunque la receta original no lo lleva. Por lo tanto, a pesar de que a la gente le gusta el relleno no es la parte más importante del roscón. La clave está en la masa que debe ser esponjosa y jugosa. Para ello se utilizarán ingredientes tradicionales y siempre naturales.
A la hora de decorar el roscón se usan frutas confitadas, almendras y azúcar.
Proceso
Además de unos buenos ingredientes y una adecuada fermentación (que no sea acelerada), el amasado y el horneado son fundamentales para conseguir un roscón de calidad. No se debe amasar de forma agresiva y la temperatura será más baja que para el pan.
Es habitual acompañar al roscón con una bebida caliente como café o chocolate, pero algunos expertos pasteleros indican que lo ideal es disfrutarlo solo para no encubrir su sabor. Pero como para todo para gustos, colores.
Fuente: www.20minutos.es