Los primeros pasteles se solían preparar para celebrar los cumpleaños de los varones egipcios y eran panes grandes y redondos cubiertos de miel que se adornaban con frutas secas y nueces.
El pastel típico con velas parece que nació en Grecia. Los griegos hacían pasteles redondos como la luna para honrar a Artemisa y las velas en el pastel representaban los resplandores de la luna y una vez en el templo, se soplaban las velas con la esperanza de que el humo, llevara las plegarias hasta la morada de los dioses.
Esta tradición medieval inglesa nos recuerda a nuestra rosca de Reyes. A veces se esconden objetos dentro del pastel: anillos, monedas o figuritas que, de ser encontrados, son presagio de buena suerte.
El origen de la rosca de Reyes nada tiene que ver con la historia de los Reyes Magos y si con las fiestas romanas dedicadas al dios Saturno conocidas como «saturnalias romanas», estas fiestas eran para celebrar los días más largos que suceden al solsticio de invierno.
Durante estas fiestas se preparaba un pan redondo con higos, dátiles y miel que era la delicia de plebeyos y esclavos. A partir del siglo III, se empezó a esconder un haba en el interior del pan y quien lo encontrara era nombrado Rey de Reyes durante un tiempo muy corto.
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