La calidad de la harina es uno de los factores más importantes para obtener un buen pan. Al ser el ingrediente principal, una buena harina proporciona estructura, sabor y textura a la masa. Una harina de alta calidad es rica en gluten, lo que permite que la masa se expanda durante el proceso de fermentación y le dé esa esponjosidad característica al pan.
Además, las harinas integrales aportan más nutrientes y fibra, lo que no solo mejora el valor nutricional del pan, sino también su sabor. El tipo de harina que elijas, ya sea de trigo, centeno, espelta u otros cereales, determinará también el aroma y la miga final del pan.
Es crucial elegir una harina adecuada para cada tipo de pan. Las harinas con mayor contenido en proteínas, como la harina de fuerza, son ideales para panes que requieren más elasticidad, mientras que las harinas con menos gluten son perfectas para panes más suaves como los de molde.
Invertir en una harina de buena calidad es clave para lograr un pan delicioso, saludable y con la textura ideal.